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Leucemia felina: Signos, manejo clínico y pronóstico

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El virus de la leucemia felina (FeLV) es una de las enfermedades infecciosas más comunes en los gatos y algunos estudios en Colombia reportan una prevalencia del 9-13 %. Es por esto, que es de gran importancia tener mayor conocimiento acerca de este virus, así que con nuestros expertos del Programa Ciencia de Gabrica a continuación brindamos mayor información de esta patología en felinos.

Cómo se transmite la Leucemia Felina

Los gatos persistentemente infectados con FeLV, sirven como fuentes de infección para otros gatos. El virus se elimina en la saliva, las secreciones nasales, la orina, las heces y la leche de los gatos infectados. La transferencia del virus de gato a gato puede ocurrir a partir de una herida por mordedura, durante el aseo mutuo y (rara vez) a través del uso compartido de cajas de arena y platos de alimentación.

La transmisión también puede tener lugar de una madre gata infectada a sus gatitos, ya sea antes de que nazcan o mientras están amamantando. FeLV no sobrevive mucho tiempo fuera del cuerpo de un gato, probablemente menos de unas pocas horas en condiciones domésticas normales.

Los gatos con mayor riesgo de infección por FeLV son aquellos que pueden estar expuestos a gatos infectados, ya sea por contacto cercano prolongado o por mordeduras.

Dichos gatos incluyen a los que viven con gatos infectados o con gatos con un estado de infección desconocido, gatos que pueden estar al aire libre sin supervisión, donde pueden ser mordidos por un gato infectado y gatitos nacidos de madres infectadas.

Los gatitos son mucho más susceptibles a la infección por Leucemia Felina que los gatos adultos y, por lo tanto, corren el mayor riesgo de infección si se exponen. Sin embargo, incluso los gatos adultos sanos pueden infectarse si se exponen lo suficiente.

Signos clínicos

FeLV afecta adversamente el cuerpo de un gato de muchas maneras. Es la causa más común de cáncer en los gatos, puede causar varios trastornos sanguíneos y puede conducir a un estado de inmunodeficiencia que dificulta la capacidad del gato para protegerse contra otras infecciones.

Debido a esto, las bacterias, los virus, los protozoos y los hongos comunes que generalmente no afectan a los gatos sanos, pueden causar enfermedades graves en los gatos infectados con FeLV. Estas infecciones secundarias son responsables de muchas de las enfermedades asociadas con FeLV.

Durante las primeras etapas de la infección, es común que los gatos no muestren ningún signo de enfermedad. Sin embargo, con el tiempo (semanas, meses o incluso años), la salud de un gato infectado puede deteriorarse progresivamente o puede experimentar ciclos repetitivos de enfermedad y salud relativa. Los signos pueden incluir:

  • Pérdida de apetito
  • Pérdida de peso progresiva
  • Mal estado del pelaje
  • Ganglios linfáticos agrandados
  • fiebre persistente
  • Encías pálidas y otras membranas mucosas
  • Inflamación de las encías (gingivitis) y la boca (estomatitis)
  • Infecciones de la piel, la vejiga urinaria y las vías respiratorias superiores
  • diarrea persistente
  • Convulsiones, cambios de comportamiento y otros trastornos neurológicos
  • Una variedad de condiciones oculares
  • Aborto de gatitos u otras fallas reproductivas

Diagnóstico

Existen dos tipos de análisis de sangre que se usan comúnmente para diagnosticar Leucemia Felina, los cuales detectan un componente proteico del virus llamado FeLV P27.

Prueba ELISA

Una de estas pruebas, llamada ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA), generalmente se realiza primero como una herramienta de detección y se puede realizar en el consultorio de un veterinario.

Las pruebas tipo ELISA detectan la presencia de partículas de FeLV libres que se encuentran comúnmente en el torrente sanguíneo durante las etapas temprana y tardía de la infección.

Prueba indirecta de inmunofluorescencia de anticuerpos (IFA)

La prueba indirecta de inmunofluorescencia de anticuerpos (IFA) generalmente se envía a un laboratorio de diagnóstico después de una prueba ELISA positiva para confirmar la infección por FeLV y determinar si el gato ha alcanzado las últimas etapas de la infección.

Las pruebas IFA detectan la presencia de partículas de virus dentro de los glóbulos blancos, generalmente una indicación de una infección más avanzada. La mayoría de los gatos que dan positivo por IFA permanecen infectados de por vida.

En algunos casos, se puede recomendar aislar el virus completo o detectar el ADN del virus mediante una prueba llamada reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para determinar si el FeLV ha infectado la médula ósea. 

Tratamiento y Prevención

Aunque se ha demostrado que algunas terapias disminuyen la cantidad de FeLV en el torrente sanguíneo de los gatos afectados, estas terapias pueden tener efectos secundarios significativos y pueden no ser efectivas en todos los casos.

Desafortunadamente, actualmente no existe una cura definitiva para el FeLV. Los veterinarios que tratan y manejan gatos positivos para FeLV que muestran signos de enfermedad generalmente tratan problemas específicos (como recetar antibióticos para infecciones bacterianas o realizar transfusiones de sangre para anemia severa).

La única forma segura de proteger a los gatos del FeLV, es evitar su exposición a los gatos infectados con FeLV. Se recomienda mantener a los gatos en el interior, lejos de los gatos potencialmente infectados. 

Existe una vacuna contra el FeLV del laboratorio ZOETIS: Leukocell 2, y es ideal aplicarla a los gatos no infectados para disminuir el riesgo de transmisión del virus.

Pronóstico

Aunque un diagnóstico de Leucemia Felina puede ser emocionalmente devastador, es importante darse cuenta de que los gatos con FeLV pueden llevar una vida normal durante períodos prolongados.

El tiempo medio de supervivencia de los gatos después del diagnóstico de FeLV es de 2,5 años. Una vez que un gato ha sido diagnosticado con FeLV, una parte importante del manejo de esta enfermedad es un control cuidadoso del peso, el apetito, el nivel de actividad, la apariencia de la boca y los ojos, y el comportamiento. Cualquier signo de anormalidad en cualquiera de estas áreas, debe ser motivo de una consulta inmediata con un veterinario.

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