Hoy es el Día del Médico Veterinario en Colombia, una celebración que se hace en homenaje a los héroes veterinarios que trabajan todos los días por el bienestar de los perros, los gatos, los caballos y todos los animales desde una clínica veterinaria, un hospital o a domicilio, dando su vida por esta profesión que transforma el mundo. Por eso, en este artículo desde Gabrica compartimos la historia de esta fecha y una reflexión sobre el impacto que deja día a día el ejercicio de esta valiosa profesión a nuestro país y al mundo entero.
El veterinario debe ser una persona de su tiempo, un conocedor de los caminos del arte y la literatura, para apreciar la hermosura del mundo y los frutos de la mente humana. Vamos a hacer historia, amigos míos, poniéndonos del lado de la vida.”
Claude Véricel (1885)
La Medicina Veterinaria es una de las profesiones más antiguas, probablemente parta desde el concepto básico de las ciencias naturales, en la cual se establece una estrecha relación que guardan entre sí los diferentes reinos naturales y el aprovechamiento recíproco para un bien común. Desde que se fundó formalmente la primera escuela de veterinaria (1712) en Lyon, Francia han pasado 308 años, los cuales han servido de impulso, evolución y contribución para la prevención y control de enfermedades, la nutrición, la salud de las mascotas y animales de producción permitiendo el desarrollo y bienestar de todas las especies, incluyendo la nuestra, fomentando el concepto de: Una sola salud.
El 10 de mayo fue escogido como día del médico veterinario en Colombia, dado que, en esta fecha en el año 1921 (hace 99 años), se fundó oficialmente la Escuela de Medicina Veterinaria en Bogotá mediante la ley 44 de 1920, la cual pasó a ser la facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional.
Sin embargo, este reconocimiento lo debemos gracias al esfuerzo y los aportes que trajo consigo la llegada del doctor Claude Véricel en 1884, considerado el pionero de la medicina veterinaria en Colombia, que junto a su mascota Paysan, un pastor collie, vino de Francia a impartir conocimiento sobre las ciencias veterinarias y fomentar la investigación de la salud animal, en una Colombia que se encontraba en pleno desarrollo agropecuario.
En la cra 12 con calle 4ª de Bogotá, en medio del conflicto político, se estableció la Quinta de ninguna parte, la primera escuela de Medicina Veterinaria que empezó en 1885 trabajando en conjunto con la Facultad de Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad Nacional. Las investigaciones realizadas junto con su primer grupo de estudiantes promovieron las prácticas y el crecimiento en los campos de laboratorio clínico, microbiología y patología, permitiendo determinar el origen de varias enfermedades infecciosas en animales producidas por: Strongyloides, Faciola hepática, Piroplasma y Anaplasma, Oesophagostomun Colombianum que promovieron el reconocimiento en el campo de la ciencia y la medicina y fomentaron la investigación en las enfermedades que afectaban a los animales y que podían repercutir en la salud humana.
Todos estos estudios y descubrimientos exaltaron la labor del médico veterinario y su importancia en el desarrollo socio-económico del país. Sin embargo, la época conflictiva que se vivió y la falta de recursos destinados a la guerra, en aquel entonces la llamada guerra de los mil días, llevo al cierre de la primera escuela en 1889.
Sin embargo, Véricel continuó su labor y estableció un consultorio llamado “Spei Domus” (Casa de la esperanza) donde continuó el ejercicio de su profesión y a su vez impulsó el eje de la salud pública al integrar la medicina veterinaria y la medicina humana como un todo colaborando ampliamente en campos de inmunología para el desarrollo de vacunas frente a la epidemia de viruela que se vivió en 1897 y fomentando los protocolos de higiene e inspección sanitaria de alimentos.
No fue sino hasta 1921 que tras el impulso constante de los primeros médicos veterinarios colombianos educados por Véricel, se fundó oficialmente la escuela de Medicina Veterinaria, a la cual debemos hoy este reconocimiento de nuestra labor.
Es innegable que los médicos veterinarios son de gran importancia para satisfacer las constantes necesidades en el desarrollo de la sociedad, pese a que esta profesión representa una gran demanda intelectual, emocional y física, y quizá no siempre se le de la relevancia pertinente, cada profesional aporta lo que tiene para proteger a las personas a través del cuidado, respeto y responsabilidad hacia los animales.
Actualmente, contamos con múltiples campos de acción, que, aunque a veces puedan estar en el anonimato o ser subvaloradas, sabemos el impacto que puede representar a futuro. Con estos campos nos referimos a: la atención en salud de las mascotas que cada día está en aumento e impulsa a la investigación clínico-patológica; El rol en la agricultura, monitoreando y controlando medidas sanitarias para los animales destinados a consumo, satisfaciendo una de las necesidades básicas humanas: La alimentación; la conservación y estudio de la fauna silvestre y su diversidad; la solución de problemas emergentes a través de la salud pública y entidades regulatorias; entre otros tantos campos de ejercicio de la medicina veterinaria que lleva a grandes contribuciones a nivel global y que crece cada día más.
Hoy queremos resaltar la labor que realizan todos los colegas que día a día entregan su conocimiento, compromiso, ética y amor a esta profesión, trayendo grandes beneficios al desarrollo de nuestro país, como población y como individuos, desempeñando arduamente nuestra labor en los diferentes campos de acción, brindando mayor entendimiento de la sanidad y cuidado de los animales de producción y de compañía, lo cual promueve la unidad y un escalón más en el reconocimiento y aceptación de nuestra profesión.
Desde Gabrica continuamos comprometidos con el desarrollo del gremio y con la innovación en el sector, por eso reiteramos nuestro compromiso de trabajar día a día por el bienestar de las mascotas junto a los médicos veterinarios ¡Gracias por su tenacidad y valor, feliz día!