El asma felino es una patología bronquial crónica de alta incidencia. Aunque no hay muchos estudios sobre esta enfermedad, se considera que es la más común dentro de los problemas respiratorios que presentan los gatos: se estima que afecta entre el 1 al 5% de la población felina doméstica. Las características fisiopatológicas del asma felino son similares al del asma alérgico en humanos; no obstante, en los felinos sus síntomas también se pueden asociar a parásitos pulmonares, bronconeumonía, neoplasias e insuficiencia cardíaca.
En Gabrica queremos que como profesional en medicina veterinaria oriente a los padres de mascotas para detectar, tratar y aliviar esta enfermedad. ¡Continúe leyendo!
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Cada vez es mayor la presencia de esta enfermedad en los felinos domésticos y se debe a la respuesta hipersensible frente a algunos alérgenos en el ambiente como: polen, tabaco, polvo, productos de limpieza o moho.
El asma felino, o también llamado “enfermedad de las vías aéreas inferiores felinas, asma alérgico felino, asma extrínseca, bronquitis alérgica felina, enfermedad obstructiva crónica pulmonar, bronquitis eosinofílica, bronquitis alérgica aguda, bronquitis crónica y enfermedad inmunomediada de las vías aéreas” se presenta en gatos de todas las edades y razas; sin embargo, es más frecuente en la raza siamés, en gatos jóvenes y de mediana edad.
La tos crónica es el síntoma más relevante del asma felino. Puede presentarse de forma discreta en el gato, aunque en los pacientes asmáticos esta tos es muy ruidosa. Los padres de mascotas suelen confundir la tos con arcadas, ronquidos, estornudos o disnea. Pueden darse casos en los que haya ausencia de tos, pero esta predomina como signo principal para sospechar sobre la patología respiratoria en los felinos.
Por otro lado, también el paciente puede presentar sibilancias y dificultades respiratorias; intolerancia al ejercicio; exceso de cansancio y secreciones nasales; es más, el padre de mascota puede retrasar la detección de los signos del asma felino en su gato, ya que este realiza poca actividad física o tiende a ser obeso.
Por último, pero menos frecuente, si el gato hace ejercicio y se evidencia dolor y sensación de opresión en su pecho, podría tratarse de broncoespasmos agudos, los cuales generan un estrechamiento de las vías respiratorias y los síntomas mencionados anteriormente.
No hay un examen en específico para identificar el asma felino; por lo tanto, es fundamental hacer una prueba de laboratorio que nos ayude a descartar el resto de enfermedades que pueden tener síntomas iguales o parecidos a la patología hablada en este artículo. Una vez descartadas infecciones bacterianas, neumonía, neoplasia, insuficiencia cardíaca o parásitos respiratorios, se procede a ejecutar una radiografía de tórax.
En la medicina humana, para diferenciar el asma de una bronquitis crónica, se analizan los resultados de lavados broncoalveolares; no obstante, la mayoría de expertos disienten de este método por la inexistencia de un marcador diferenciador confiable.
Para el diagnóstico del asma felino, se sugiere considerar la respuesta positiva del paciente al tratamiento. En caso de no ser así, se podría llegar a la conclusión de que el gato padece una bronquitis crónica, ya que esta tiene peor evolución.
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El asma felino no tiene cura, pero se recomienda un plan de tratamiento que ayuda a reducir los signos clínicos. La terapéutica farmacológica debe cumplir dos objetivos:
Para la tos y las sibilancias, justifica un tratamiento de broncodilatadores como la teofilina y beta-agonistas como salbutamol y/o salmeterol.
Si el padre de mascota de un gato con asma felino decide empezar con el tratamiento, dedique un tiempo para educarlo frente a:
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