La fundadora acostumbra a llevar perritas a esterilizar y un día me conoció y me llevo a una jornada, junto con otras perritas que pasaban en un restaurante pidiendo comidita, donde las quemaban, ella no quiso liberarlas porque serian maltratadas nuevamente y como a mi me falta mi piesito de atrás, y era la única que iba a liberar le pareció injusto devolverme solita a la calle, así que fui muy afortunada ese diciembre de 2020, desde allí hago parte de la fundación donde me aman y me dan paz y estabilidad pero merezco un hogar.